diumenge, 9 de gener del 2011

Per a pensar

Dios no nació en el Templo de Jerusalén, ni siquiera en una posada decente, sino en un establo. Lo cual, con palabras de hoy, significa: Dios no nace en la catedral de Barcelona ni en la Sagrada Familia, sino en el Besós o en el Raval; ni nace en la Almudena sino en la Cañada Real; ni nace en el Corte Inglés sino en una patera, ni nace en el Vaticano sino en la franja de Gaza, ni en Manhattan sino en Haití… Y su señal no son las luces en nuestras calles sino la falta de luz en los suburbios.

El peligro de esta deformación navideña es que acabamos falsificando la idea cristiana del ser humano: nos quedamos con la idea de “el hombre” propia del Renacimiento o de la mentalidad griega (que reservan la dignidad humana sólo para los ricos y no para los esclavos) y no con la noción bíblica de todo ser humano como imagen de Dios. De este modo falsificamos también la idea cristiana de Dios por mucho que cantemos “gloria in excelsis Deo” en latín y todo. Y, desde ahí, falsificamos la solidaridad. Y acabamos cerrando los ojos para imaginar, en vez de abrirlos para contemplar la realidad.

JIGF

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